En este punto tengo que decir que tuvo mucho que ver en la manera en que enfoqué las cosas un compañero de trabajo, Eugeni, que mientras todas estas ideas hervian en mi cabeza, él estaba modificando una Yamaha XJ600 del año ochenta y pico, con la idea de transformarla en una bobber muy llamativa, tematizada de "Betty Boop". Todo hay que decirlo, lo consiguió y además se llevó un premio por el resultado, que salta a la vista que es impresionante. Comentándole un día mi idea, él se ofreció a ayudarme en el proceso, lo cual hizo que, por si me faltaba un último empujón, me terminara de convencer de que sí, que tenía que tirar adelante con el proyecto.

También tenía claro que quería que la moto fuese biplaza. Todo este tinglado era un capricho, sí, pero al menos quería, una vez terminado, poder compartirlo y disfrutarlo con mi pareja.
Como mi búsqueda se centró básicamente en internet, buscando información aterricé en el foro de Cafe Racer España. Allí leí, busqué, pregunté... y me di cuenta que, sin saberlo, al haberme quedado prendado de la Triumph Thruxton, lo que me gustaban de verdad eran las Cafe Racer más que las clásicas. Esas motos con aspecto de "viejas" o viejas directamente, con sus semimanillares, desprovistas de todo aquello que no sea imprescindible en una moto, con su aire deportivo pero con sus cromados relucientes a las que, además, se les intenta sacar algo más de lo que su motor ofrece.... Definitivamente era la idea. Me estaba acercando. Pero seguía sin tener clara la base con la que comenzar.
Tras un par de meses restringiendo la búsqueda y organizando ideas en mi cabeza, y después de haber visto en vivo algunas candidatas que no me terminaron de convencer, las opciones se reducían casi definitivamente a dos: la Yamaha SR250 (lástima que sus hermanas de 400 y 500 cc no se vendan en España) y la Suzuki TU250. Ésta última recuerdo que ya cuando salió al mercado me llamaba mucho la atención porque era realmente una moto antigua vuelta a poner a la venta: faro redondo, cromados, freno de tambor atrás, llantas de radios... Me gustaba mucho, pero con 18 años las cosas se ven de otro modo, imagino que me dio vergüenza comprarme una moto "para chicas" cuando mis amigos se volvían locos por la CBR. En fin, cosas de la edad supongo....


Por otra parte, la TU250 tenía la ventaja que ya en su día me gustó cuando la sacaron a la venta. Y para mi tenía un aire más clásico que la SR. Pero había un problema: en la red apenas había no ya información sobre su transformación si no sobre ella en concreto. Al contrario que con la SR, el mercado de piezas de segunda mano para la TU250 y de otras adaptables para modificarla era más bien escaso, y tan sólo en el mercado asiático hay empresas que vendan material para personalizarlas tipo Cafe Racer, Grass Tracker o incluso Scrambler. Auténticas preciosidades que me ponían los dientes muy largos al pensar que aquí no podemos disfrutar de esos accesorios. Pero aún así estaba casi decidido a que mi candidata fuese la Suzuki, y lo demás se conseguiría con tiempo, voluntad e ingenio. Ahora sólo faltaba localizar una en el ya de por sí escaso (y caro) mercado de segunda mano de esta moto. Además, quería limitarme a mi zona geográfica, Tarragona, para adquirir la que sería la base de mi proyecto. No quería meterme en transportes para no encarecer el punto de partida. Hay que recordar que de lo que comprase, poco me servía, así que no quería despilfarrar ni un euro de más en algo que era para desmontar y sustituir una buena parte de las piezas.
Tras algunas visitas a algunos, pocos, vendedores en mi zona, encontré una TU250 en relativo buen estado. Típica moto a la que se le había dado un uso ciudadano, con algunos óxidos, cal, manchas negras en los cromados... pero funcionando y con los papeles en regla y con no demasiados kilómetros. Tenía buena pinta, y además su estado, para las cosas que había visto hasta ese momento, era bastante satisfactorio.
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