lunes, 30 de julio de 2018

Y después del brillo, ¿qué?



Una vez tuve todas las piezas limpias y con el brillo recuperado, pasé a pintar algunas de las partes que me interesaba pintar. Finalmente opté por hacer la moto en negro satinado, con lo cual tenía que pintar depósito y tapas laterales, y me animé también con las botellas de las horquillas, eso ya fue una simple cuestión de gusto ya que la idea era ponerle fuelles a la horquilla y pretendía que toda la parte frontal guardase uniformidad de color, además que de esa manera se resaltaba mejor el brillo del cromado. En este punto acudí a un profesional, el tema de la pintura no es mi fuerte, y a pesar de que había hecho mis pinitos tiempo atrás con el spray, preferí que alguien que de verdad supiese lo que hacía se encargase de ello.
Hay que decir que para algunas piezas menores (interior del disco de freno, partes de la tija, pata de cabra...) el "profesional" fue mi padre que se ofreció a restaurarlas y pintarlas con el spray negro, con muy buen resultado, todo hay que decirlo.

Yo por mi parte, mientras todo el tema de la pintura estaba en proceso, empezaba a montar algunas de las piezas que ya tenía en mi poder y seguía sacando brillo a los radios de las ruedas.

Sin duda fue lo que más trabajo me llevó por lo entretenido del proceso.

Paralelamente empecé a dibujar la forma de asiento que quería. En primer lugar pensé en adaptar algún asiento de otro modelo análogo y modificarlo a mi gusto, tipo Bonneville o algo así. Finalmente me decidí por hacerme con un asiento de Suzuki GN250 pensando que el subchasis de ambas motos era iguales y que, por tanto, las bases de los asientos serían al menos parecidas. Error. Parece que los subchasis de ambas motos no tienen nada que ver, con lo que me tuve que comer un asiento de GN que no me servía para nada, así que la opción "finalista" fue desmontar el asiento original de la TU250, desmoldarlo y trabajar sobre la base original.


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